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Sobre La Pareja







¿Qué se entiende por pareja?








Existe una pareja cuando dos personas comulgan en el amor, cuando se produce un magnetismo tal, una atracción tan fuerte que cada uno necesita física y mentalmente estar cerca del otro.

Existe una pareja cuando el corazón palpita y nadie resulta más atractivo y cautivante que el otro.

La palabra pareja alude a dos que son pares, a dos que establecen un vínculo a partir de visiones similares de la vida.

No necesariamente esas dos personas han de ser idénticas, lo similar entre ellas se refiere a coincidencias esenciales, a tener los mismos valores, a caminar en la misma dirección. Por eso son pares, porque comulgan en su misma manera de ver la vida y porque además la van transitando juntos, acompañándose, respetándose. Son pares, como decía un antiguo proverbio, como las columnas de un templo: “unidas pero no juntas”; no son simbióticas y su unión permite resistir los temblores internos y externos.

La palabra pareja, alude, también, al encuentro de dos seres que son similares en lo ideológico o filosófico y que pueden expresarse en formas distintas. Por ej.: uno puede ser amante de la pintura y el otro de la electrónica, uno puede maravillarse y estudiar el comportamiento de los pájaros y otro dedicarse al estudio y a la investigación de temas relacionados con la economía.

¿Pueden haber coincidencias esenciales cuando por ej. uno quiere vivir en el campo y el otro en la ciudad?

¿Pueden haber coincidencias esenciales cuando uno comulga una religión y el otro ninguna?

¿Pueden haber coincidencias esenciales cuando uno está en un afán adquisitivo de bienes y el otro en llevar adelante una vida sencilla, humilde?







¿Qué impide la concreción de una pareja?








¿Es posible que exista una pareja cuando cada uno está centrado en sí mismo?

Estar centrado en sí mismo significa estar atrás del engrandecimiento personal, del yo, del propio ego, de la autoexpansión de uno mismo. Estos sentimientos o actitudes están referidos a lo material, a poseer más bienes, más conocimientos, a tener más poder, fama, notoriedad, autoridad, incluida la necesidad espiritual de ser un “iluminado”.

Para que exista vínculo, relación, cada uno tiene que poder ver al otro y no es posible verse cuando la mirada de uno está puesta fundamentalmente en sí mismo.

Es obvio hoy para toda la humanidad la incapacidad de poder generar vínculos, relaciones sólidas, encuentros…

Desde hace más o menos 50 años hacia atrás las relaciones de pareja se han sostenido por la hipocresía y el miedo a romper códigos sociales. Hoy si bien el temor a romper estructuras y condicionamientos es menor han aparecido nuevas estructuras y otros condicionamientos sociales que exacerban el individualismo, el egocentrismo, dando como resultado el aislamiento individual, ya sea uno estando solo o con el otro al lado.

El individualismo se retroalimenta por una sociedad cuyo valor fundamental es el “querer ser” (más que el otro, reconocido, valorado, querido, único, imprescindible, etc.).

Lo social influye afectando la vida de cada persona debido, a que en todo tipo de actividades, ya sean laborales, educativas, artísticas, se estimula la competencia y el escalar posición, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.

El parámetro de funcionamiento social es el hedonismo, dando fundamental valor a la búsqueda de placer, a la satisfacción del deseo y a la vanidad, todo lo cual intensifica aún más la necesidad personal de alcanzar el éxito, triunfar y consecuentemente se potencia el egoísmo.

Cuando a un hombre o a una mujer se le pregunta ¿Porqué quiere estar en pareja? Responden: “para tener a alguien con quien compartir”, “para pasear juntos”, “para sentirme querido”, “para no estar solo”. Nadie, en general dice: “para poder darle cariño, afecto, amor”.

Es muy común encontrar hoy vínculos en dónde se comparta únicamente el aspecto sexual, que no se esté dispuesto a compartir la misma casa, que solo se acompañen físicamente pero que no puedan comunicarse, que el vinculo subsista solo por costumbre, por un interés económico, que se esté acompañado por miedo a estar solo.







¿Qué pasa con el amor?








Hay un profundo desamor en la humanidad toda, somos cada uno responsable de ello y además lo vivimos en nosotros mismos. Uno es el mundo y el mundo es uno. El desamor se nutre de la necesidad de “ser” y ésta de la competencia y la envidia.

Entendemos por necesidad de “ser” la necesidad de valorización, de realización personal, el ser eficiente en el trabajo para ser valorado socialmente y además poder ser más que los otros, el ser reconocido por los amigos, familiares, el sentirse “más”. Decimos competencia porque siempre está el querer ser más que otro y la envidia existe, porque la competencia tiene su razón de ser a partir de sentir que lo del otro es mejor que lo de uno y hay una necesidad imperiosa, compulsiva de alcanzar aquello que es diferente a lo que es la propia  realidad. No hay una aceptación de lo que uno es y lo que uno hace, generando así insensibilidad, pérdida de energía y encierro.

Si todo esto ocurre en uno mismo cómo es posible poder “ver” al otro, cómo es posible que quede energía para “encontrarse” amorosamente, para dar, para contener, para dar espacio al otro, para  ceder, para considerar.



¿Qué dificulta entonces, el encuentro? ¿Qué es lo que impide enamorarse?

Para que haya encuentro tiene que haber amor y éste no nace a partir del encuentro con el otro sino que está ya instalado en uno y por eso mismo se refleja y proyecta en el otro. Para que el enamoramiento se produzca primero es necesario estar uno enamorado de la vida toda, de todo lo que se expresa (las flores, los pájaros), querer a todos los seres humanos, sin distinción  de nacionalidades, razas, religiones, nivel social ó cultural.

Nada tiene que ver con el  amor, decir que se ama a la  esposa y por otro lado se maltrata o  explota a ciertas personas.

Si no hay amor en cada minúscula actividad que se desarrolla en la vida cotidiana, desde lavarse los dientes, hacerse la comida, limpiar la casa y cuidar el propio cuerpo y la mente, desarrollar la actividad laboral con tranquilidad, sin exigencia, sin buscar el reconocimiento; no habrá posibilidad para que el amor exista afuera, en el encuentro con el otro.

Muchos, sino la mayoría de la gente quisieran estar en pareja, ya que inconscientemente todos sabemos la enorme cualidad de energía que se produce a partir del vínculo amoroso. Incluso los antiguos místicos decían que el hombre buscaba a la mujer para acercarse a lo sagrado y la mujer al hombre para lo mismo.







La sensación de debilidad








En un mundo con tanta cantidad de seres humanos la sensación de inseguridad es muy grande. El dolor y el sufrimiento tienden, cada vez a ser más tapados, surgiendo para ello incontables formas de entretenimiento. Cuanto más entretenimiento, más evasión del dolor y el sufrimiento. Esto genera debilidad y aún más dolor. El sufrimiento y el dolor no permiten que el amor se exprese, ya que una persona con esos sentimientos está autocentrada  e imposibilitada de abrirse al otro.

Más tecnología, más debilidad. Más búsqueda de comodidad y placer, más debilidad. Más “tener” y menos “ser un ser íntegro”, más debilidad. El exceso de computadora, cine, TV., sexo sin amor, comidas, excitantes, alcohol, shopping, de una vida alejada de la Naturaleza y la exigencia social por tener dinero o conocimientos debilitan al ser humano y fundamentalmente la dependencia a un modelo social que valora lo material por sobre lo humano.

Todo esto se refleja a partir de relaciones que son “ vínculos mercantiles” (te doy esto porque me das aquello), o bien “vínculos lúdicos”; juego a tener a alguien que satisfaga alguna de mis necesidades, ya sea sexual, sentirme gustado, acompañado, entretenido.

Por otro lado, también el debilitamiento del ser humano se expresa a partir de que nadie quiere ser distinto a la mayoría. Se requiere coraje y fuerza para cambiar. El estar tan masificado debilita la atracción ya que no hay seres individuales, íntegros. Si uno se siente amorfo, desvalorizado no se siente atraído por el otro ni es atractivo para los otros.







El miedo a entregarse








Cuesta comprometerse en los vínculos, hay un miedo pavoroso a entregarse, a unirse.

Uno no se entrega al otro porque tampoco se entrega a la vida, uno teme, resiste, no confía, se siente profundamente desvalorizado, tiene miedo a sufrir y cree equivocadamente que resistiendo sufre menos. Uno no acompaña el río de la vida porque teme a lo desconocido y cree que lo que vendrá es peor que lo que tiene. Nos aferramos a lo conocido por miedo a cambiar. Tenemos muy fuertemente pegado el condicionamiento de que cuanto más “mi mismo”, más seguro uno se siente.

Entregarse significa romper la coraza, la estructura, la forma y el modo de ser, para quedarse vulnerable, abierto, expuesto. Frente a esta actitud hacia la vida el amor puede entrar.







¿Cómo realizar el amor?








Para realizar el amor, hace falta fuerza, energía, coraje, humildad, poder ir generando “orden” en la vida. Hace falta ver y enfrentar la carencia de libertad, los miedos, las inseguridades, la desvalorización, y todas las formas de dependencia que desarrollamos los seres humanos, como así también los hábitos que generan una actitud mecánica frente a la vida.

El hábito es la negación del amor, ya que éste es lo nuevo, lo que se renueva permanentemente.

Es necesario que en el hombre y en la mujer se desarrollen plenamente la capacidad del sentir y también la capacidad de reflexionar. Ambos atributos forman parte de la naturaleza humana, cada uno debe desarrollar los dos para encontrar el equilibrio, ya que es muy común que se exprese uno en detrimento del otro.







¿Qué es estar en pareja?








Es trabajar en uno mismo la falta de libertad, el desamor, hacerse cargo 100% de lo que a uno le corresponde y no poner nada en el otro.

Es ser compañeros de la vida, es abrir el propio corazón al otro.

Es fundirse en lo sensual, es conmoverse frente a cada caricia, es sentir que los dos son uno y a la vez que cada uno es uno mismo.

Es valorizar al otro por todo lo que el otro es.

Es ser muy amigos y confiar uno en el otro.

Es sentir que el otro enriquece la vida de uno y que cada día se descubre algo nuevo en el otro. Para ello es necesario que cada uno entienda la imagen que tiene de sí mismo y del otro y darse cuenta que si hay imagen hay preconceptos, hay un pasado al que no se ha muerto. Si hay imagen, no hay relación, porque uno no ve al otro, sino que ve la imagen que ha ido armando en el transcurso del vínculo, con la consiguiente carga de heridas, agresiones, etc.; lo que hay es, entonces,  un vínculo en base al pasado, a lo que fue.

Para ir armando la pareja día a día es necesario que cada uno no cargue con situaciones pasadas, sean personales o de la pareja misma.



Si no hay imagen es posible re descubrir al otro diariamente.

Estar en pareja es amar la libertad del otro. Los celos y los sentimientos posesivos nada tienen que ver con el amor, sino más bien están relacionados con las propias inseguridades y carencias afectivas.

Estar en pareja es sentir que el otro encierra siempre algo misterioso.

Es la posibilidad de desarrollarse cada uno individualmente en su máxima expresión ya que cuando se tiene una vida afectiva plena, se ama y se es amado, el potencial de cada uno se expresa en su máxima capacidad.

Hay una ley física que dice que la unión de los opuestos genera el máximo quantum de energía, el encuentro entre un hombre y una mujer da la posibilidad de vivir en sí mismo ese potencial.

Muchos podrán decir que todo esto es un “idealismo” o una “utopía”. Lo real es que en cada ser humano está el germen de la posibilidad de transformación y un ser humano que cambia  puede acceder a un estado de mayor libertad. Cuando hay libertad nace el amor.








En esta ocasión hablando de la pareja les ofrecemos estas recetas para una cena romántica: Sopa De Cebolla Con Crutones y Panqueques De Harina De Maíz Rellenos De Calabaza Con Jengibre.

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