En verano, es importante tener en cuenta algunas pautas en relación a que dieta a llevar durante la temporada. Este es el tema que vamos a tratar en esta oportunidad, como así también vamos a referirnos a la necesidad de moderación y finalmente daremos una receta apropiada para esa época.
Así como la tierra, durante los momentos de calor y mucho sol necesita más agua, lo mismo sucede con nuestro cuerpo; necesitamos más líquido, más fruta y verduras crudas y mucho menos cocidos, proteínas y grasas ya sean vegetales (aceites, nueces, almendras, semillas en general) y animales (lácteos, huevos, carnes). No obstante se trata de encontrar un nuevo equilibrio, en relación al cambio de estación y no de descartar, en este caso, aquellos alimentos que son fuente de calor.
Hay que tener en cuenta un principio, que si bien es válido para todo el año, es más importante respetarlo en esta época porque el cuerpo necesita menos comida, y que es: Desayunar como un príncipe, almorzar como un rey y cenar como un mendigo.
Nuestra sugerencia para los meses de verano, en una persona con una condición física mínimamente saludable, es la siguiente:
DESAYUNO
Té de: Carqueja (hepático), ó Canchalagua (activador de la circulación) ó Marrubio (problemas estomacales) ó Diente de León (hepático, que no constriñe el intestino).
Fruta de estación, orgánica y de la zona de influencia: damascos, duraznos, frutillas, cerezas, uvas, peras, ciruelas, manzanas, higos, bananas, en cantidad moderada, es decir una cada vez.
Yoghurt natural, orgánico (se consigue en algunas dietéticas, consúltennos), combinado con alguna de las frutas anteriores, 1 ó 2 cucharadas de avena ó de germen de trigo y con un poco de miel si es necesario, 2 ó 3 veces por semana.
Otras veces, 1 ó 2 tostadas de pan de sólo harina de trigo integral, orgánico, con manzana rayada por encima y un poco de canela.
Otras veces incorporar a lo anterior un poco de ricota natural orgánica (1 ó 2 veces por semana).
ALMUERZO
Cereales integrales (30%): Arroz integral, cebada perlada, fideos integrales, trigo burgol, mijo pilaf (ver receta en entrega Nº1).
Proteínas (20%): Queso de soja (1 vez por semana), huevo duro en ensalada (1 vez por semana), salmón a la plancha (1 vez por semana), zeitán (1 vez por semana), aduki ó lentejas ó garbanzos ó porotos negros, (1 vez por semana en ensaladas).
Ensaladas (50%): Utilizar todas las verduras de la estación y de la zona, orgánicas. Condimentar con aceites de 1º presión en frío de: oliva, girasol, lino, germen de trigo. Salsa de soja sin pasteurizar orgánica marca MOA (no conocemos otra que tenga tan buena calidad), jugo de limón ó de naranja.
Té de Marcela (estómago, páncreas), Manzanilla (combate cólicos), Menta (antidispepsias), Habú (antihipertensivo, regula intestino).
MERIENDA
Té de Bancha (energizante, mineralizante) ó jugo de zanahoria y manzana verde ó 1 fruta de las mencionadas para el desayuno.
1 ó 2 tostadas con dulce de membrillo o damasco orgánicos hecho con azúcar integral.
CENA
Algunas veces en la semana caldo de verduras o sopa crema con verduras ( zapallo, nabo, cebolla ó zapallo, zanahoria, remolacha, ó zapallo, puerros) con gotas de jengibre rayado al servir.
Verduras al vapor o rehogadas, empanadas de verduras, tartas de verduras, budines livianos, croquetas de verduras. No consumir cereales por la noche, si se consumieron al mediodía y en el desayuno, tampoco proteínas.
Té de Pasionaria, Tilo, Cedrón, Toronjil, Hongo Shiitake, Mimosa, Lavanda, Canela. Todos son relajantes y ayudan a conciliar el sueño.
Más allá de la dieta podemos decir que tan importante es lo que se come como cómo se come, es decir ¿Qué carga pongo de mí en el acto de comer? ¿Como por hambre solamente? ¿Estoy perceptivo y sensible a cada bocado que entra a mi boca? ¿Cómo para llenar un vacío? ¿Como por insatisfacción? ¿Busco placer en la comida? ¿Como por dogmatismos o ideologías, más que por propias comprensiones? ¿Escucho mi cuerpo y percibo lo que necesita a cada momento?
Tenemos, en general, nuestra parte intelectual y emocional muy desarrollada y esto va en detrimento de nuestra conexión con el cuerpo y con las sensaciones. Creemos ser un cuerpo por un lado y una mente por el otro; nunca nos sentimos “ser el cuerpo”. La búsqueda de placer en la comida no surge de la necesidad del cuerpo, sino de la misma mente.
Todas nuestras cargas emocionales (miedos, debilidades, angustias, etc.) las ponemos en el acto de comer y lejos estamos de comer con conciencia corporal (para percibir la necesidad de nuestro cuerpo) y mental (para saber qué me conviene más, de acuerdo a la información que tengo).
Por otro lado el primer vínculo que necesitamos atender es el que tenemos con la comida, ya que de él depende que funcionemos bien ó no en la vida.
A través de nuestra forma de comer descubrimos cuál es nuestra forma de vivir; podemos conocernos bien al ver si somos ordenados ó no por ej. cuando comemos a cualquier hora y cualquier comida; podemos ver nuestras debilidades, frente a lo que sabemos que no nos hace bien y sin embargo lo hacemos; podemos ver nuestra ansiedad al comer más de lo que necesitamos o comer demasiado rápido; nuestros prejuicios y rechazos por aspectos de la vida, cuando por ej. no nos “gustan “ ciertas comidas; podemos ver la delicadeza y sobriedad en el acto de comer o por el contrario la gula.
¿Estamos interesados en conocernos a través del vínculo con el alimento?
Si es así tenemos una hermosa oportunidad, de darnos cuenta de algunos aspectos inconscientes de nuestra personalidad y si eso que se rebela no lo juzgamos, interpretamos, justificamos, tenemos la posibilidad de que se genere una transformación, en forma natural, simplemente por el hecho de ser conscientes.
Si se dá lo anterior aparece una estado interno que permitirá ordenar la alimentación y comer con equilibrio y éste equilibrio en el comer terminará haciéndose propio y generará el poder dar mejores respuestas a los desafíos de la vida.
Compartimos una Receta de Verano: Ensalada de Porotos Aduki
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