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¿Por Qué Es Importante Aprender A Comer?








Antes que nada creemos que es fundamental dar un vistazo general a la situación actual del mundo y del ser humano.

Si bien es cierto que a través de la historia de la humanidad han existido crisis y momentos  casi apocalípticos, ya por el solo hecho de haber pasado más de 5000 guerras y hoy como personas que vivimos en este planeta, vale la pena que tengamos un mínimo de conciencia de lo que puntualmente nos toca vivir. En Japón se suicidan 90 personas diariamente, los índices de suicidios de adolescentes y niños han batido récord en lo que es la historia del hombre, el nivel de escepticismo y frustración alcanza niveles insospechados, la violencia en niños resulta alarmante ya que se siguen perpetrando crímenes en manos de ellos, los abusos sexuales a menores cada vez son mayores, también aumenta día a día la cantidad de niños con síntomas abandónicos, ni que hablar del tema de la droga.

En el año 1920, una  de cada veinte personas contraía cáncer, hoy es raro que en cada familia no exista un enfermo de cáncer, la obesidad parece ser la enfermedad tipo del siglo XXI,  los problemas circulatorios y los trastornos cerebro-vasculares están siendo la 1º causa de muerte en el mundo, la depresión  producto entre otras cosas de la frustración entre la imposibilidad de aceptar lo que uno “es” y luchar internamente queriendo modificar la realidad, aqueja a casi el 40% de la población de los países desarrollados, agotándolas, quitándoles casi toda su energía, incluido niños, también es común escuchar a muchísima gente siendo víctima de ataques de pánico, gente que no puede salir de su casa, gente con fobia a las alturas, a los espacios cerrados.

Los índices de diabetes infantil alcanzan niveles, también, no antes conocidos.

Los laboratorios medicinales, el tráfico de drogas y de armas son los negocios más rentables. Por otro lado los países subdesarrollados cada vez están más sumergidos, la desigualdad social entre personas va en alarmante aumento al igual que la de los países, las industrias tienden a desaparecer, la desocupación alcanza niveles altísimos y las grandes ciudades están llenas de edificios inteligentes donde el trabajo de las personas está ceñido a estar el día entero sentados frente a una computadora manejando papeles, contaminándose con los pegamentos de las alfombras, aire acondicionado, luces, elementos de limpieza. También somos testigos de los graves problemas ecológicos, como el cambio climático, el agotamiento del agua potable, la desertificación, la reducción en la bio-diversidad, las permanentes inundaciones producto de la suba en las napas de la Tierra, la contaminación y las enfermedades como cánceres y tumores cerebrales producto del uso de teléfonos celulares.

¿Qué nos está pasando? ¿Porqué estamos tan debilitados?


Creemos que hay características que le son propias a la naturaleza humana y que no por ello signifique que no puedan transformarse.

La incapacidad de transformación tiene que ver, entre otras razones, con la necesidad de seguridad en un mundo dónde cada vez hay más y más personas. El hecho de que seamos tantos implica que mayor es la competencia, mayor el miedo a no “tener” porque lo que hay es necesario repartirlo entre muchos, mayor es el desamor y el individualismo al estar cada uno atrás de su propio interés.

Hay seguridades básicas que deben estar satisfechas: vivienda, alimento, vestido. No obstante en muchísimas partes del mundo ni siquiera éstas están cubiertas.

¿Cómo, entonces, no formar parte de ese pensamiento colectivo de inseguridad, si lo que al mundo le pasa es lo que a mí me pasa y viceversa?  Cuanto menos seguro me siento, más seguridad busco. Cuanto más cantidad de personas somos, más necesidad de sentirnos seguros tenemos, más miedo a perder lo elemental tenemos, más miedo a no poder ganarnos el sustento, más miedo a no ser reconocidos, valorados, queridos, más miedo a no “ser” tenemos… Esa incesante búsqueda de seguridad a su vez genera en cada uno pensamientos mecánicos, el “necesito, necesito, necesito” ha generado una actitud individualista, deshumanizada, dónde los dioses del momento son el dinero, el confort y la búsqueda de placer. Los templos de la actualidad son los Bancos, los shopping y los hipermercados, entre otros. Nuestros aspectos primitivos tienden a manifestarse más intensamente en situaciones límites y así como los monos se imitan unos a otros, nosotros, como sus descendientes funcionamos arrastrados por el pensamiento generalizado y en cada uno se hace carne la inseguridad del de al lado, el individualismo, el desinterés por lo que al otro le pasa, la necesidad de “tener” y por supuesto el “sálvese quien pueda” es lo que termina imperando. Hemos perdido la capacidad de sentir, de contemplación, de conectarnos con nuestro vacío; el pensamiento mecánico e individualista ha tomado tal envergadura que ha ido en detrimento de nuestro bienestar.

¿Qué tiene que ver el alimento con todo esto?








A esta altura Ud. se preguntará qué tiene que ver todo esto con aprender a comer y es que el comer está íntimamente relacionado con el concepto de salud y enfermedad y la salud y la enfermedad están a su vez relacionados con nuestra forma de vivir, con nuestra forma de pensar, con nuestra forma de sentir, con el uso que hacemos del pensamiento y con una actitud de debilidad o fortaleza frente a la vida.

Creemos que lo que nos enferma es nuestra manera individualista de funcionar, nuestro mí mismo, nuestro mundillo que gira alrededor de lo que necesitamos, de nuestra realización personal, de nuestra necesidad de concretar a ultranza nuestros deseos. Ese estar centrado tan en uno mismo se retroalimenta por el temor y genera un estado permanente de tensión.

Si bien es cierto que se vive un mundo de agitación, confusión y egoísmo, y que el miedo a partir de esto se ve exacerbado, también creemos que es posible poder salir de esa corriente de pensamiento y de funcionamiento a partir de una buena nutrición del cuerpo y de la mente. Somos una unidad, por lo tanto lo que nutra uno de nuestros aspectos nutre a nuestra totalidad, a todo nuestro ser. Una buena nutrición fortalece, sensibiliza, flexibiliza y la sensibilidad es lo que le permite a uno estar despierto, darse cuenta, ser consciente de sus propios estados, desmecanizarse, estar atento, alerta, perceptivo.

Frente a todo este panorama apocalíptico que es el mundo que hoy vivimos, estamos convencidos que existe una forma, una manera de salir, de pasar de la “corriente de 220” a otra, esa es nuestra responsabilidad frente a nosotros mismos y frente al mundo, esa es nuestra posibilidad de respuesta al desamor que cada uno vive en sí mismo y en relación a los otros. No podemos mirar impávidamente lo que sucede alrededor, no podemos ver nuestra casa en llamas y no tomar una manguera. El mundo es lo que nosotros somos y está en cada uno tomar la decisión del cambio, buscar respuestas que sensibilicen y fortalezcan.

La elección de los alimentos, sus características, su calidad, sus propiedades nutritivas, su valor terapéutico, el criterio de equilibrio que usamos para incorporarlos cotidianamente hacen a la posibilidad de fortaleza del cuerpo y la mente.



Acaso uno se siente igual cuando come comida rápida, una hamburguesa con papas fritas y un vaso de vino o una cerveza o gaseosa que cuando come una comida hecha por uno mismo o por alguien con mucha atención y cariño, con elementos nobles, cereales, verduras, frutas, que además sean de procedencia orgánica, sin agro químicos, fertilizantes, etc. ¡No es lo mismo! Otra cualidad se genera en uno. Un cuerpo bien alimentado, nutrido con equilibrio, genera una mente clara y es posible que se desarrolle la solidez necesaria para encarar la vida y encontrar las respuestas para una forma digna de funcionar. El orden en el comer forma parte del orden en el vivir.

Las posibilidades de nutrición no pueden ser fragmentadas; si se nutre el cuerpo como único objetivo vivimos parcialmente y en desequilibrio ya que comer bien no es un fin en sí mismo, es necesario ser consciente e investigar la mecánica del pensamiento y si buscamos la expansión de la mente sin cuidar la nutrición del cuerpo entramos en los típicos delirios y vivimos de ilusiones. Se trata, entonces, de integrar.

En este caso refiriéndonos concretamente a la comida es necesario investigar, conocer los “cómo”, “porqué” y “de qué manera” de una buena nutrición. Es importante aprender qué es lo que mi cuerpo necesita, sin dogmas ni creencias, ni aceptando incuestionablemente la autoridad de otro; es investigando, observando, desarrollando el saber escuchar realmente al propio cuerpo y no a la cabeza  y a los miles de condicionamientos  que uno tiene producto de lo que le dijeron o leyó.

Más allá de la realidad del mundo está en nosotros armar otra realidad, es posible vivir con menos tensiones, es posible conmoverse frente a una sonrisa, frente al murmullo del viento, frente a la necesidad de otro, frente al sol y las estrellas, es posible vivir enamorado eternamente.

En definitiva el objetivo máximo del ser humano es la libertad en el sentido de poder estar libre de las ataduras, de los miedos, necesidades y angustias que deterioran nuestro día a día. La elección del alimento, es como parte de la nutrición del cuerpo y la mente, un elemento fundamental para que aquello ocurra.

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