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Krishnamurti Jiddu – La Meditación







La Meditación


“Era una de aquellas mañanas que nunca antes había sido. El sol acababa de salir y tú lo veías entre el eucalipto y el pino. Estaba encima de las aguas, dorado, brillante –una luz de la que sólo se da entre montañas y mar. Era una mañana tan clara, sin un respiro, llena de esa extraña luz que uno capta no sólo con sus ojos, sino con su corazón. Cuando la ves, los cielos están muy próximos a la tierra, y te sientes perdido en la belleza. ¿Sabes?, nunca deberías meditar en público, ni con alguien más, ni con un grupo; sólo deberías meditar en soledad, en la quietud de la noche, o en la callada y temprana mañana. Cuando meditas en soledad, debería ser soledad. Tienes que estar completamente solo, sin seguir un sistema, un método, ni repitiendo palabras, persiguiendo un pensamiento ni formando un pensamiento según tu deseo.

Esta soledad adviene cuando la mente está libre del pensamiento. Cuando hay influencias del deseo o de las cosas que la mente persigue, sean en el futuro o en el pasado, ahí no hay soledad. Solamente en la inmensidad del presente llega esta soledad. Y entonces, en la callada intimidad en la que toda comunicación ha tocado a su fin, en la que no hay observador con sus ansiedades, con sus estúpidos apetitos y problemas – sólo entonces, en esa quieta soledad, la meditación se convierte en algo que no puede ser puesto en palabras. Entonces la meditación es un movimiento eterno.

No sé si has meditado alguna vez, si has estado nunca solo, contigo mismo, lejos de todo, de toda persona, de todo pensamiento, sin perseguir nada, si has estado alguna vez completamente solo, no aíslado ni retirado en algún sueño o visión imaginaria, sino lejos, de forma que en ti mismo no hay nada que puedas reconocer, nada que toques con el pensamiento ni el sentimiento, tan lejos que en esta soledad plena, el mismo silencio se convierte en la única flor, la única luz, y la cualidad atemporal que no puede ser medida por el pensamiento. Sólo en tal meditación el amor tiene su ser. No te molestes en expresarlo; se expresará por sí mismo. No lo uses. No intentes llevarlo a la acción; ello actuará; y cuando actua, en dicha acción no existe el lamentarse, ni el contradecirse, ni ninguna de las desdichas y de las penalidades humanas.

Así pues, medita solo. Piérdete. Y no intentes recordar dónde has estado. Si intentas recordarlo, será algo que está muerto. Si te aferras a su recuerdo, nunca más volverás a estar solo. Medita pues en esta soledad infinita, en la belleza de ese amor, en esa inocencia, en lo que es nuevo. Entonces ahí está la bendición que es imperecedera.

El cielo es muy azul, el azul que se da después de la lluvia; esas lluvias han llegado después de muchos meses de sequía. Después de la lluvia el cielo se ha limpiado, las colinas se regocijan y la tierra está quieta. Cada una de las hojas recibe la luz del sol, y el sentir de la tierra está muy próximo a ti. Medita pues en las cámaras más secretas de tu corazón y mente, donde nunca antes has estado.”

J. Krishnamurti, del libro: “Freedom, love and action” Ed. Shambhala,(Págs: 155-159)

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