La Naturaleza
En la Naturaleza se manifiestan ciclos de crecimiento, quietud, expansión, fertilidad, florecimiento, debilitamiento, abundancia, desborde, desbastamiento…
En los humanos también ocurren estos ciclos y muchos de éstos tienen que ver con la época del año en que vivimos, con lo que se manifiesta en la estación que estamos atravesando. Estos ciclos que se dan en las personas, tienen que ver, entre otras cosas, con el clima, con la temperatura ambiente, con el viento, la lluvia, la sequedad o humedad reinante, si la naturaleza está en un momento de contracción o expansión, de frío o calor.
Si se pone atención a lo que ocurre en la Naturaleza es posible relacionar su comportamiento con el estado psicofísico de cada uno de nosotros. Va más allá de vivir en el campo o en la ciudad. Viviendo en una ciudad podemos observar el ciclo de la luna, cómo crecen los árboles de las veredas, si hay pocos o muchos pájaros posando en dichos árboles y cómo se comportan las plantas del balcón.
Observando las posibilidades que la Naturaleza tiene de equilibrarse, vemos que nosotros también la tenemos y aprendiendo a vivir en consonancia con ella, aprendemos a equilibrarnos de formas naturales sin necesidad de recurrir a elementos artificiales, químicos, que luego terminan generando otro problema a resolver, bajando nuestro sistema inmunológico y energía vital.
La Naturaleza es una fuente de inspiración, de romanticismo, de enamoramiento, así lo ha sido a lo largo de la historia humana, el contacto con ella a través del acercamiento a todos los seres vivos, sensibiliza, uno está perceptivo, sensitivo, pierde la sensación de auto-centramiento, pierde magnitud la problemática personal, uno ve que lo de uno no es nada, frente a lo inconmensurable de la vida.
Lo que ocurre durante el otoño
En este momento del año los días comienzan a acortarse, el sol toma una posición de alejamiento en relación a la tierra, el calor va menguando y los días son más frescos, especialmente en las mañanas y las noches. Las hojas de los árboles cambian su verde del verano, dando lugar a los ocres, lacres, amarillos, que son los colores predominantes.
En el otoño se cosecha lo que ha madurado en el verano. Es el momento de las manzanas, las peras, los zapallos, las castañas, las nueces, los membrillos. La Naturaleza comienza su ciclo de introversión. Las hormigas que estaban en su apogeo de trabajo, buscando comida para resguardarse de los fríos, comienzan ahora a estar más tiempo en sus nidos.
Toda la naturaleza se va acomodando para meterse hacia adentro necesitando un tiempo de quietud. Los suelos son colchones de hojas crujientes y la tierra se abona, para almacenar energía para el invierno en que nada crece. Los seres humanos también necesitamos almacenar energía en el otoño para estar fuertes en el invierno, momento en el cual hay poca o nada de ella.
Durante el final del verano y el inicio del otoño el organismo intenta descargar lo acumulado durante el verano, exceso de bebidas, de frutas, helados, ensaladas, exceso de alimentos expansivos. En este momento del año, nuestro organismo se expresa intentando descargar el exceso de agua acumulada, que se generó como forma de equilibrar el calor reinante, de manera que aparecen resfríos, alergias, y el intestino tiende también a aligerarse, intentando descargar el exceso de agua acumulada.
Manifestaciones Psicológicas
Así como el verano es el momento de la maduración, el otoño es el de la cosecha, de todo lo madurado. En el plano personal podemos decir que comienzan a verse los frutos de los proyectos personales. Es muy común que el año comience para todos luego del verano. Comienzan los estudios, las escuelas, los cursos, se comienzan a concretar los nuevos proyectos.
También, suele ocurrir que surja en uno, un estado de melancolía y tristeza.
El verano con sus características generó estados de expansión anímica. El estar afuera, el mayor contacto con la naturaleza, el calor mismo nos llevó a evadirnos de nuestras emociones profundas. Al cambiar el clima, al estar menos expuestos al sol, al agua, al calor, se hace visible lo que estaba adentro, temores, preocupaciones, inseguridades, que siempre estuvieron, solo que en medio de la euforia del verano no dimos lugar a que se exterioricen.
El otoño invita a conectarse con lo que hay adentro de uno. Los colores mismos de esta estación generan esa cuota de nostalgia, que es importante vivenciar y dejar salir, como cualquier otra emoción. El agua que descargamos en relación a nuestras emociones se traduce en tristeza, melancolía, temores, que comienzan a expresarse.
Estas sensaciones pueden llegar a afectar a nuestro organismo, y si son intensas y no las dejamos expresarse naturalmente, sino que las resistimos, afectan aún más.
Manifestaciones Físicas
En el otoño y más aún en el invierno el organismo se protege generando grasa para producir calor y compensar el frío externo. Para poder generar calor empieza a eliminar el exceso de agua generada en el verano. El exceso de agua en el organismo se asocia también a procesos inflamatorios en general.
Es muy común que el pulmón comience a manifestarse a partir de congestiones en el mismo, en forma de resfríos o gripes. También el intestino comienza a aflojarse, existiendo la posibilidad de diarreas o de una materia fecal sin forma. El estómago se hace sentir y suelen aparecer cólicos.
El estómago, el bazo y el páncreas están ubicados en la parte central de nuestro organismo, en la zona en donde sentimos las emociones relacionadas con el miedo y la angustia, en el llamado plexo solar. Dado que en el otoño aparecen con más intensidad estos sentimientos, estos órganos reciben la sensación emocional antedicha y pueden llegar a bloquear su energía, generando inflamaciones y cólicos.
El desequilibrio de los órganos o de nuestra condición en general, es una buena oportunidad que nos da la vida, la Naturaleza, para entender cómo equilibrarnos y ver que hay algo que tiene que cambiar.
Las manifestaciones físicas y psicológicas ocurren: ya sea por descargas que son necesarias saber acompañar, o bien por el hecho de estar en un momento de baja energía, de poca potencia. Una situación no excluye a la otra, pero sea cual fuere, la comprensión de la causa, junto con ciertos cuidados, permitirán volver al equilibrio.
La Alimentación
El frío se contrarresta con el calor, por lo tanto es necesario aumentar la presencia del fuego. Al haber menos energía en el ambiente necesitamos tomarla de alimentos que den potencia, vigor, alimentos densos, como grasas de origen animal y vegetal, nueces, almendras, semillas de sésamo, cereales integrales y legumbres, en forma de risottos, guisos, sopas de verduras con cereales integrales, verduras que beneficien la función del pulmón, como cebolla, puerro, cebollita de verdeo, ajo, y que beneficien también la función del estómago como zapallo, zanahoria.
Tenemos que disminuir el consumo de alimentos azucarados, frutas, ensaladas y reemplazar por los alimentos mencionados anteriormente. Tenemos que buscar formas de cocción que lleven un poco más de aceite, como rehogados y preparaciones hechas en el wok.
Consumir
Tés: llantén, bancha, cola de caballo, marcela.
Sopa de verduras con bastante cocción de miso y jengibre.
Pan de arroz integral (ver receta en blog).
Arroz integral, cebada perlada, mijo, quínoa, trigo sarraceno, avena.
Pescados de mares profundos: abadejo, brótola, lenguado.
Huevos de campo orgánicos.
Queso de cabra brie o camembert.
Verduras crudas y cocidas, rehogadas en aceite de maíz, zanahoria, zapallo brasilero, cebolla cebollita de verdeo, puerro, zuchini, nabo, repollo, acuzai (lechuga japonesa), brócoli, coliflor.
Semillas de zapallo peladas mezcladas en ensalada de achicoria, apio, zanahoria y ajo tostado, almendras fileteadas, nueces, sésamo en forma de gomasio, todo tostado en forma moderada.
Evitar o Moderar
Alimentos que no son de la estación, ni de la zona en que se viva
Azúcar
Frutas muy azucaradas
Exceso de crudos
Cafeína
Exceso de farináceos
Trigo si hay flojedad intestinal
Frutas y verduras crudas si hay flojedad intestinal y cólicos estomacales
Proteínas animales si hay cólicos estomacales y problemas bronquiales
Actividades Y Tratamientos
Uno transcurre más tiempo adentro de la casa, con lo cual se tiende a leer, por lo que vale buscar aquellas lecturas que puedan nutrir el espíritu, lo mismo que el escuchar música que sensibilicen y ver películas que enaltezcan nuestro espíritu.
Lecturas:
“Narciso y Golmundo”, “Demian”, “Sidharta” de Herman Hesse
“La hermana”, “El último encuentro” de Sandor Marai
“Alquimia en la cocina” y “La Comida Energética” de Montse Bradford
Películas:
“En un mundo mejor” de Susan Bier
“De Dioses y Hombres”
“Como cocinar tu vida” de Doris Dorrié.
El hecho que los días sean más cortos y haya menos energía en general, nos impulsa a realizar mayor actividad física, justamente para encontrar esa energía faltante. La actividad física tiene que tender a fortalecer los bronquios y el estómago, para eso es importante hacer ejercicios que permitan abrir el pecho, para liberarlo y también torsiones de la columna para flexibilizar la zona del estómago y riñones. Hacer diariamente ejercicios respiratorios.
Es importante hacerse frotaciones con toalla húmeda embebida en jengibre fresco, para lo cual en un recipiente, ú olla grande o fuentón, se agrega agua bien caliente y jengibre fresco rallado, se coloca una toalla adentro y se frota con ella los brazos y piernas, mientras los pies están sumergidos dentro del fuentón. Este tratamiento es muy bueno para aliviar y abrir el pecho cargado de mucosidad.
Para aliviar los problemas de estómago es importante realizar ejercicios respiratorios diariamente, llevando el aire a la zona del estómago, tratando de abrir el diafragma. También es bueno estar boca a arriba, con las piernas en la pared en ángulo recto, tratando que la zona de riñones quede bien apoyada en el piso y respirar llevando el aire a la zona posterior del estómago. Las aplicaciones de arcilla en piernas, ayudan también a descargar las acumulaciones de pulmón y estómago.
El otoño nos conecta con la nostalgia y la melancolía, no tratemos de cambiar este estado, vivámoslo plenamente, con aceptación. Los estados que aparecen, son parte de nosotros, como las piernas, los brazos. No podemos amputarnos las partes de nuestro cuerpo cuando nos molestan, tampoco no podemos sacarnos los estados psicológicos que tenemos o sentimos, somos eso. Se trata de aprender a convivir con nuestros estados naturalmente, si eso ocurre, tal vez, sin darnos cuenta, se ha trascendido aquello que limita nuestro diario vivir.
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