Debido al avance de las ciencias y al aumento de la especialización, es que se va ahondando, una característica común en el hombre, que es la “fragmentación”. La fragmentación es tener una visión parcial de algo, es dividir en partes. Esta forma de ver y funcionar ha permitido el desarrollo de las investigaciones hasta límites antes impensados, al no tener en cuenta las implicancias que éstas puedan generar. Lo que no se comprende, o no se sabe, o no se ve, o no se quiere saber, o no conviene saber, es que en la vida hay un fino entramado que hace que todo esté relacionado con todo. Esta afirmación es a lo que han llegado los físicos cuánticos, los místicos, que lo han expresado desde hace miles de años, lo mismo que ciertas tribus indígenas del mundo. En la vida hay un orden, que va más allá de lo perceptible, hay leyes naturales, que hacen que la vida se exprese a partir de un fino entramado. Ese orden nada tiene que ver con el que pretende generar el hombre a través de su pensamiento, hay un orden natural ajeno a las voluntades del hombre.
Cuando alteramos ese orden y vamos contra leyes naturales, se produce un desorden, se produce caos, que se expresa por medio de enfermedades, pestes, epidemias, en el reino vegetal, animal y humano, también en el medio ambiente por medio de huracanes, cambios climáticos, contaminación ambiental.
En el ser humano hay una inteligencia que permite la vida en armonía, con salud; esa inteligencia trabaja en el sistema nervioso, el sistema inmunológico y el sistema endocrino; a partir de introducir químicos en el organismo por medio de los alimentos, medicinas, cosméticos, contaminantes ambientales en general, ese orden, puede enloquecerse y perder su lógica, esa inteligencia termina bloqueándose.
Se ha visto que al alimentar una vaca con alimentos balanceados que contienen harinas de pescado, siendo las vacas seres herbívoros, la carne de esa vaca ingerida por un humano genera una enfermedad degenerativa que termina rápidamente con su vida. Lo que se ha hecho es alterar un orden natural, y las consecuencias quedan a la vista.
También vemos como ciertos medicamentos alivian un malestar y ocasionan desde leves hasta importantes nuevas dolencias. Así como las vacas enfermaron porque se les dio un alimento contrario a su estructura, que es ir contra las leyes naturales, hoy con los humanos va ocurriendo lo mismo al ingerir tantos alimentos quimicalizados y contarios a su propia naturaleza (transgénicos). El sistema nervioso del ser humano está mucho más afectado en esta época que durante toda la historia humana, cada vez es mayor el número de personas con depresión, ataque de pánico, insomnio; en los países desarrollados más del 50% de la gente sufre de depresión.
Al tratar los suelos con fuertes fertilizantes, herbicidas y pesticidas, para obtener mejores rendimientos y calidad en la especie sembrada, se daña el suelo con consecuencias irreversibles por muchos años, al dañarse el ecosistema que sostiene el suelo y sus nutrientes, con la consecuencia de zonas posteriormente improductivas, se genera uno de los mayores problemas ecológicos que es “la desertificación de suelos”, producto de cultivos intensivos y del uso de agroquímicos.
Ejemplos abundan en todas las áreas de la vida, cambios climáticos por contaminación ambiental, falta de agua potable por desagües químicos de industrias, pestes en especies de árboles por virus antes desconocidos, enfermedades en el hombre antes desconocidas, especies de animales en extinción, alterando el equilibrio ecológico de la región, marcado descenso de la bio-diversidad, etc., etc..
Hoy a partir de la bio-tecnología se están produciendo gran variedad de alimentos modificados genéticamente, con lo que se han alterado todas sus estructuras naturales, algunas consecuencias se conocen, y otra gran cantidad se irán sabiendo con el paso de los años, siendo los seres humanos los conejitos de india sin que nadie les haya pedido permiso.
A muchos alimentos como a la frutilla se le introducen genes de pescado de alta mar para hacerlas resistentes a las heladas, a otros se les introducen genes que producen toxinas que sirven de insecticida, matando gran variedad de insectos que son los que enriquecen los suelos.
¿Se puede pensar que pueda ser un alimento bueno para la salud humana, cuando es tóxico para ciertos animales y microorganismos?. Aquí hay un material extractado de especialistas en la materia, que los invitamos a considerar y seguir investigando sobre este tema, que hace a nuestra salud física y psíquica y de nuestro querido planeta, que es nuestra gran casa.
El libro “La trama de la vida” de Fritjof Capra, comienza con esta frase:
Esto sabemos Todo está conectado como la sangre que une a una familia… Lo que le acaece a la tierra, acaece a los hijos e hijas de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; es una mera hebra de la misma. Lo que le haga a la misma, se lo hace a si mismo.
Ted Perry (inspirado en el jefe Seatle)
¿Qué son los transgénicos?
Absolutamente todos los organismos vivos están constituidos por conjuntos de genes.
Las diferentes formas en las que están compuestos estos conjuntos determinan las características de cada uno de estos organismos. Alterando esta composición, los científicos pueden modificar las características originales de una planta o de un animal. Este proceso consiste en transferir desde un gen responsable de determinada característica en un organismo, hacia otro organismo al cual se pretende incorporar esta característica, de allí el nombre de OGM (Organismo Genéticamente Modificado). Este tipo de tecnología permite transferir genes de plantas o bacterias, o virus, hacia otros organismos, combinar genes de vegetales con otros vegetales, de vegetales con animales, o de animales entre sí, superando completamente las barreras naturales que separan a unas especies de otras originalmente. Sobre este tema podemos encontrar dos posiciones totalmente opuestas, hay quienes argumentan que es la mejor solución para paliar la hambruna mundial y otros, quienes dicen, que traerán más problemas de los que solucionarán.
¿Qué es un gen?
Secuencia de ADN que constituye la unidad funcional para la transmisión de los caracteres hereditarios.
Todas las células de los seres vivos contienen la información genética en los cromosomas. Los cromosomas están formados por moléculas de ADN las cuales están formadas a su vez por bases o unidades de información genética.
Cada gen está formado por un número variable de estas unidades. Los genes determinan, por medio de un complejo código, las características de cada organismo.
El ser humano tiene un código genético, mientras que la lechuga, por ejemplo, tiene otro. Además, dentro de una misma especie, existen variaciones en el código genético de unos individuos a otros.
Mediante las técnicas de ingeniería genética actuales, se puede introducir un gen de un organismo en otro, incluso aunque sean de diferentes especies. Por ejemplo, es posible transferir a una lechuga un gen proveniente de un escorpión. A esto se le llama manipulación genética.
Con esta técnica pueden modificarse las características fisiológicas del organismo tratado. Sería posible, por ejemplo, que una lechuga a la que se ha añadido determinado gen procedente del escorpión, produzca veneno de escorpión. El organismo creado de esta forma recibe el nombre de Organismo Modificado Genéticamente, o más coloquialmente transgénico.
¿Que es el Genoma?
Es el conjunto de los genes que caracterizan a una especie. El genoma es responsable de que un ser humano sea distinto de un perro, o de una bacteria. El genoma dirige el desarrollo humano desde la fase de óvulo fecundado hasta la vida adulta. Cada célula del cuerpo contiene el genoma completo: la diferencia entre unas y otras células se debe a que unos genes están activos y otros no.
Sobre la manipulación genética de los alimentos: más vale prevenir que curar
Para la introducción de genes foráneos en la planta o en el animal comestible es necesario utilizar como herramienta lo que en ingeniería genética se llama un vector de transformación: «parásitos genéticos» como plásmidos y virus, a menudo inductores de tumores y otras enfermedades como sarcomas, leucemias. Aunque normalmente estos vectores se «mutilan» en el laboratorio para eliminar sus propiedades patógenas, se ha descrito la habilidad de estos vectores mutilados para reactivarse, pudiendo generar nuevos patógenos. Además, estos vectores llevan genes marcadores que confieren resistencia a antibióticos como la kanamicina (gen presente en el tomate transgénico de Calgene) o la ampicilina (gen presente en el maíz transgénico de Novartis), resistencias que se pueden incorporar a las poblaciones bacterianas (de nuestros intestinos, del agua o del suelo). La aparición de más cepas bacterianas patógenas resistentes a antibióticos (un problema sobre el que la OMS (Organización Mundial de la Salud) no deja de alertar en los últimos años) constituye un peligro para la salud pública imposible de ignorar o minimizar.
Vacío de conocimiento
Si bien la ingeniería genética es una herramienta potentísima para la manipulación de los genes, actualmente existe un gran vacío de conocimiento sobre el funcionamiento genético de la planta o animal que se va a manipular. ¿Qué genes se activan y se desactivan a lo largo del ciclo vital de una determinada variedad de planta, cómo y porqué lo hacen? ¿Cómo influye el nuevo gen introducido en el funcionamiento del resto del genoma de la planta? ¿Cómo altera el entorno el encendido o el apagado de los genes de la planta cultivada? Actualmente, todas estas preguntas se encuentran, en gran medida, sin respuesta. La introducción de genes nuevos en el genoma de la planta o del animal manipulado provoca alteraciones impredecibles de su funcionamiento genético y de su metabolismo celular, y esto puede acarrear: 1) la producción de proteínas extrañas causantes de procesos alérgicos en los consumidores (estudios sobre la soja transgénica de Pioneer demostraron que provocaba reacciones alérgicas, no encontradas en la soja no manipulada); 2) la producción de sustancias tóxicas que no están presentes en el alimento no manipulado (en EE.UU., la ingestión del aminoácido triptófano, producido por una bacteria modificada genéticamente, dio como resultado 27 personas muertas y más de 1500 afectados); y 3) alteraciones de las propiedades nutritivas (proporción de azúcares, grasas, proteínas, vitaminas…).
Hay suficientes peligros reales como para afirmar que estos alimentos no son seguros. Hoy por hoy, la comercialización de alimentos transgénicos es un acto irresponsable que nos convierte a los consumidores en cobayas humanos. Las multinacionales agroquímicas (que desean que para el 2010 haya componentes transgénicos en un 60-70% de los productos comercializados) se prometen grandes beneficios económicos, pero el riesgo lo ponemos nosotros y el medio ambiente. Las tristes experiencias pasadas con biocidas como el DDT que se difundieron masivamente en su día, promocionándolos con promesas parecidas a las que ahora se emplean en relación con las biotecnologías, y hoy están prohibidos debido a los gravísimos problemas ambientales y sanitarios causados, aconsejan una prudencia extrema, aplicando la sabiduría contenida en el dicho «más vale prevenir que curar».
Peligros para el medio ambiente
Además de los riesgos sanitarios, los peligros para el medio ambiente son incluso más preocupantes. La extensión de cultivos transgénicos pone en peligro la biodiversidad del planeta, potencia la erosión y la contaminación genética, y potencia el uso de herbicidas (un importante foco de contaminación de las aguas y de los suelos de cultivo). Según un informe de la OCDE (Organization for Economic Cooperation and Development), el 66% de las experimentaciones de campo con cultivos transgénicos que se realizaron en años recientes estuvieron encaminadas a la creación de plantas resistentes a herbicidas. Tal es el caso de la soja transgénica de Monsanto, resistente al herbicida Roundup, que produce la misma multinacional. La Agencia de Medio Ambiente de EE.UU. (US EPA) considera que este herbicida de amplio espectro es el responsable de poner al borde de la extinción una gran variedad de especies vegetales de EE.UU.; también se le considera uno de los herbicidas más tóxicos para microorganismos del suelo como hongos, actinomicetos y levaduras. Otra de las preocupaciones fundadas acerca de los cultivos transgénicos es el posible escape de los genes transferidos hacia poblaciones de plantas silvestres relacionadas con estos cultivos, mediante el flujo de polen: ya ha sido bien documentada la existencia de numerosas hibridaciones entre casi todos los cultivos transgénicos y sus parientes silvestres. La introducción de plantas transgénicas resistentes a plaguicidas y herbicidas en los campos de cultivo conlleva un elevado riesgo de que estos genes de resistencia pasen, por polinización cruzada, a malas hierbas silvestres emparentadas, creándose así «súper malas hierbas» capaces de causar graves daños en cultivos y ecosistemas naturales. A su vez, estas plantas transgénicas, con características nuevas, pueden desplazar a especies autóctonas de sus nichos ecológicos. La liberación de organismos modificados genéticamente al medio ambiente tiene consecuencias a menudo imprevisibles e incontrolables pues una vez liberados (el animal o la planta) al medio ambiente, estos se reproducen y se dispersan por su hábitat, sin que podamos hacer ya nada para controlarlos. Por no poner sino un último ejemplo: se ha documentado ya cómo plantas manipuladas genéticamente con genes virales para inducir resistencia a los virus originaban en poco tiempo, por recombinación, nuevas cepas virales más activas.
En Europa el debate está abierto. En diciembre de 1996 llegó a Barcelona el primer cargamento de soja transgénica procedente de EE.UU., entre las protestas de los grupos ecologistas. Encuestas realizadas en numerosos países han revelado un rechazo generalizado al consumo de alimentos transgénicos por parte de la población. Las autoridades de la UE( Unión Europea) están sufriendo una enorme presión por parte del gobierno de EE.UU. y de las multinacionales agroquímicas para conseguir una legislación laxa que no ponga ningún tipo de restricción a los cultivos y a los alimentos transgénicos. Se intenta que países como Luxemburgo, Italia y Austria, que habían prohibido el maíz transgénico de Novartis, vuelvan atrás sobre su decisión. Los vegetales transgénicos se comercializan mezclados con los normales, y además las compañías se niegan al etiquetado distintivo, con lo que el ciudadano o ciudadana se encuentra totalmente indefenso y sin posibilidad de elección. El interés meramente lucrativo y monopolista de las multinacionales agroquímicas no es el mejor seguro para nuestra seguridad alimentaria, nuestra salud ni la habitabilidad de la biosfera.
Por un debate real
A menudo se evoca la necesidad de promover un amplio debate social acerca de los alimentos manipulados genéticamente. Es un propósito loable que compartimos desde el movimiento ecologista; pero se convierte en una sangrante tomadura de pelo si ya se han adoptado –sin participación democrática– las decisiones que introducen estos alimentos en nuestros mercados, nuestras cocinas y nuestros estómagos. Y precisamente eso es lo que está sucediendo hoy. Venga el debate serio, profundo, riguroso, sin prisas, y al final del debate voten en referéndum todos los ciudadanos y ciudadanas (…): pero pospónganse hasta entonces las decisiones, o se estará aplicando con cinismo la violencia de los hechos consumados. Si no se acepta que el debate sobre las opciones tecnológicas debe preceder a la implantación de las tecnologías, paso que en las sociedades industriales modernas y para tecnologías como las que están en discusión es luego prácticamente irreversible, no se está obrando de buena fe. Y demasiadas grandes opciones tecnológicas ya han mostrado, en el pasado reciente, su potencial de catástrofe como para permitirnos ninguna ingenuidad a este respecto: bastará seguramente con evocar las tecnologías de generación nuclear de electricidad o la agricultura inescrupulosa de biocidas. La OMS acaba de poner en marcha una investigación internacional para estudiar la relación entre la utilización de teléfonos móviles y el aumento de los tumores cerebrales, pero –otra vez– la investigación y el debate se hacen cuando ya se han tomado opciones tecnológicas irreversibles (o casi). Sería deseable que, al menos por una vez, en el caso de los alimentos manipulados genéticamente las autoridades de España y de la UE obraran de verdad de acuerdo con el principio de precaución para que no pueda ocurrir ninguna nueva crisis de las «vacas locas» ni ningún Chernobil biotecnológico. No lo decimos animados por ninguna intención anticientífica, sino exactamente al contrario: queremos más ciencia –pero también mejor ciencia, ciencia con conciencia que no puede ser sino ciencia con prudencia… y sobre todo más democracia, también para decidir sobre las políticas científicas y tecnológicas.
Resumen: Supuestos beneficios y riesgos potenciales de la introducción de los OMG en la agricultura y alimentación
La introducción de los organismos modificados genéticamente (OMG) en la agricultura y alimentación se remonta sólo a algunos años atrás y sin embargo, éstos están ya muy presentes en nuestros campos y en los productos que consumimos. Esta rápida aparición de los transgénicos contrasta con la poca información e investigación disponible sobre sus posibles impactos ambientales, sanitarios y sociales.
La industria biotecnológica intenta vender la ingeniería genética como una técnica que aportará beneficios a la humanidad. Pero muchos de estos beneficios potenciales (que en su mayoría quedan por demostrar) están contrarrestados por los riesgos que presentan las manipulaciones genéticas. La tabla que viene a continuación permite hacer un balance de los beneficios y riesgos potenciales de esta técnica aplicada a la agricultura y alimentación
Para El Medio Ambiente
Supuestos beneficios y Riesgos potenciales:
A corto plazo, menos utilización de productos químicos (ej. el maíz Bt que por la modificación genética que tuvo produce su propia toxina y no hace falta usar plaguicida añadido en sus campos).
A corto, medio y largo plazo, incremento de la contaminación química (ej. con las plantas tolerantes a un herbicida, el agricultor puede usar grandes cantidades de ese herbicida; la aparición de resistencia en malas hierbas obliga a incrementar el uso de productos químicos para combatirlas).
Contaminación del suelo por acumulación de la toxina Bt.
Contaminación genética:
– Se puede transmitir la modificación genética a especies silvestres emparentadas con la planta transgénica (ej. en Centroamérica el transgen del maíz modificado puede pasar a las plantas naturales de maíz; En Europa la colza es un cultivo de alto riesgo).
– Las plantas silvestres así contaminadas pueden hacer desaparecer a las plantas originales (bioinvasión).
– La contaminación genética tiene la capacidad de reproducirse y expandirse (son seres vivos). Una vez en el medio ambiente, la contaminación no se puede «limpiar» nunca.
– Los efectos de los transgenes en las plantas silvestres son absolutamente imprevisibles.
Desaparición de biodiversidad:
– por el aumento del uso de productos químicos (efectos sobre flora y fauna);
– por las toxinas fabricadas por las plantas (matan a insectos beneficiosos);
– por la contaminación genética.
“El principio de precaución debería ser aplicado en el desarrollo de cultivos o alimentos modificados genéticamente, ya que no podemos saber si presentan serios riesgos para el medio ambiente o la salud humana. Los efectos adversos son probablemente irreversibles; una vez liberados en el medio ambiente los transgénicos no pueden controlarse. Por lo tanto es esencial que su liberación no tenga lugar hasta que haya suficiente certidumbre científica que haga el riesgo aceptable.” Asociación Británica de Médicos. 1999
Para La Agricultura
Supuestos beneficios y Riesgos potenciales:
Mayor eficacia de la ingeniería genética frente a la mejora tradicional de las plantas por cruce (se implanta una propiedad determinada con un gen específico).
Creación de plantas resistentes a organismos perjudiciales para ellas (ej. el maíz Bt mata las larvas de una plaga).
Creación de plantas que soportan grandes cantidades de productos químicos.
Resistencia a enfermedades (virus, bacterias, hongos).
Resistencia a condiciones climáticas o de suelo difíciles (ej. sequías, salinidad).
Aumento del rendimiento de los cultivos.
La ingeniería genética salta la barrera de las especies (ej. introduce un gen de una bacteria en una planta), lo que plantea un problema ético: ¿Hasta dónde podemos ir?
Aparición de resistencias:
– Los organismos atacados por las toxinas de las plantas transgénicas se vuelven resistentes. Entonces esta toxina pierde su eficacia y ya no se puede utilizar como plaguicida en la agricultura.
– El gen de resistencia a un herbicida se transfiere a otras plantas (ej. a malas hierbas) y/o las malas hierbas desarrollan por evolución natural una resistencia al herbicida. Este se vuelve ineficaz y la planta transgénica inútil. Se deben utilizar productos químicos cada vez más fuertes.
Contaminación genética: si los cultivos convencionales y los transgénicos no están separados por grandes distancias, la modificación genética acaba encontrándose en las plantas del campo convencional.
Dependencia de los agricultores hacia unas pocas multinacionales que controlan las semillas y los productos químicos asociados.
Para los agricultores, riesgos inherentes a un mercado todavía no bien asentado de las cosechas transgénicas (en particular en Europa).
«La ingeniería genética no respeta la naturaleza inherente de las plantas y los animales ya que trata los seres vivos como un mero factor de producción que se puede recombinar como si fueran máquinas.» Bernward Geier – Director ejecutivo de IFOAM
Para La Salud
Supuestos beneficios y Riesgos potenciales:
Creación de alimentos con valores nutritivos adicionales (ej. arroz con vitamina A).
Creación de alimentos con propiedades terapéuticas (ej. alimentos con vacunas incorporadas).
Creación de alimentos con mejores calidades: sabor, textura, forma (ej. vino con mayor aroma).
Incremento de la contaminación en los alimentos por un mayor uso de productos químicos.
Aparición de nuevos tóxicos en los alimentos (por ej. debidos a los cultivos Bt).
Aparición de nuevas alergias por la introducción de nuevas proteínas en los alimentos.
Resistencia de las bacterias patógenas para el hombre a los antibióticos y reducción de la eficacia de estos medicamentos para combatir las enfermedades humanas.
«No hay científicos que puedan negar la posibilidad de que cambiando la estructura genética fundamental de un alimento se puedan causar nuevas enfermedades o problemas de salud. No hay estudios de largo plazo que pruebe la inocuidad de los cultivos modificados genéticamente. A pesar de esto, los cultivos transgénicos están siendo probados en los consumidores.» Miguel Altieri – Catedrático de Agroecología de la Universidad de California-Berkeley.
Para Resolver El Hambre En El Mundo
Supuestos beneficios y Riesgos potenciales:
Las plantas transgénicas pueden contribuir a proporcionar más alimentos en el mundo con:
– su mejor rendimiento
– su resistencia a factores climáticos.
Las plantas transgénicas pueden aportar más valor nutritivo (ej. arroz con vitamina A para combatir la desnutrición).
La Tierra produce alimentos en cantidades suficientes para alimentar a toda la población. El problema del hambre se debe al mal reparto de los recursos y se debe resolver con decisiones políticas (ej. el 78% de los niños menores de 5 años desnutridos en el Sur viven en países con excedentes de alimentos). En las condiciones actuales de organización de los mercados, un aumento de la producción no serviría para abastecer a los más necesitados.
El déficit en micronutrientes en las dietas (faltan muchos, no sólo la vitamina A) es consecuencia de la falta de consumo en verduras y frutas. Se acentúa con este modelo de agricultura que fomenta el monocultivo.
La introducción de los OMG en la agricultura crea el monopolio de unas pocas multinacionales del norte sobre la producción de alimentos, lo que pone en peligro la soberanía de los pueblos y de los países.
La promesa de la revolución verde de erradicar el hambre en el mundo no se ha cumplido sino que creó más desigualdades: hundió a los agricultores más pobres y privó así a millones de familias de su única fuente de alimentación. La biotecnología exacerba este fenómeno.
Incluso si se probara que los cultivos transgénicos permiten aumentar la productividad agrícola (lejos de ser realidad en la actualidad), sus peligros tanto ambientales como sociales hacen pensar que la biotecnología no constituye una solución adecuada al hambre en el mundo, sino que la puede agravar.
Referencias
Amigos de la Tierra: www.tierra.org
Ecologistas en acción: www.nodo50.org/ecologistas/
Greenpeace: www.greenpeace.org.ar/
Ecoportal: www.ecoportal.net/
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